miércoles, 3 de marzo de 2010

DISASTER










Pone los pelos de punta ¿verdad? Chile vive desde hace cinco días una de sus peores épocas. Primero el seísmo del Sábado pasado que alcanzó 8,8 grados en la escala de Ritcher y después el maremoto.

Está claro, si un sólo fenómeno de tal magnitud tiene consecuencias horribles. Con la combinación de dos la tragedia está servida.

Lo que ocurrió fue según cuentan en los periódicos nacionales:


Minutos después del seísmo, dos grandes olas, de cerca de ocho metros de altura cada una, avanzaron hasta la ciudad, una desde el sur y otra desde el norte.


Ambas olas chocaron con violencia en el océano, cuentan testigos, y como un alud líquido y oscuro se vaciaron sobre la ciudad y entraron a través del cauce del río y desde el mar. Otras dos olas cayeron después y avanzaron ocho manzanas hacia el interior. Una de las olas tenía 15 metros de altura, dicen los testigos.


Con un ruido atronador, más intenso que el del terremoto, la pared de agua fue a su paso arrastrando casas, coches, postes, árboles y personas. Una escuela, una gasolinera, un camión con acoplado: el maremoto engullía todo cual animal hambriento.


Las víctimas mortales ascienden ya a 800, según los últimos datos ofrecidos por la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi). De todas formas los servicios de rescate siguen trabajando sin descanso para encontrar al mayor número de supervivientes.

Las ciudades Chilenas se han convertido en las ciudades sin ley, dónde los saqueos y disturbios son continuos, algunos incluso se han atrincherado en sus casas, la desesperación carga el ambiente.


Cuando ocurren este tipo de catástrofes siempre pienso y repito una y otra vez... NO SOMOS NADIE.

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